domingo, 15 de marzo de 2009

Y SE INVENTÓ EL BOLÍGRAFO...

¡Ínclita Dª Matilde!... Maestra pretigiosa... provecta solterona... oscura paquidermia propensa a la ira... rictus de amargura enmarcado en macilenta carrillera colgante que impedía cualquier atisbo de sonrisa... voz rugiente y aterradora... Y los castigos corporales... tortura cotidiana con aquella infame excusa de "la letra con sangre entra".
A mi Padre le habían traído de París un artilugio sorprendente. No era lápiz ni pluma, pero escribía con un trazo perfecto. Creo recordar que me dijo que se llamaba bolígrafo, o algo así...
Lo había encargado como regalo de mi cumpleaños el día que cumplía los ocho. Me sentía orgullosísimo de mi valiosa posesión y estaba ansioso por exhibirla al día siguiente en el colegio. La utilizaría para sustituír a la plumilla del 5 en el copiado de redondilla...
Apenas lo mostré, la represión fue terrible. Dª Matilde delegó el castigo en su sicaria favorita, la Srta. Pilarín... La salvaje paliza con palmeta de madera, ejecutada en la clase de las niñas para mayor humillación, acabó con mi poco aprecio por los recuerdos de la infancia...

No hay comentarios: