miércoles, 1 de abril de 2009

RULETA RUSA

Cerré la puerta despacio sin hacer ruido, colgado de una breve maleta vacía de bienes gananciales. Detrás dejaba, de espalda y olvidándolo a fuego lento, un suplicio de varios años.
Acorralado entre el precipicio abierto a mis pies y la oscura mazmorra al otro lado del callado portazo, di los primeros pasos de superviviente ante un itinerario nuevo de cabeza baja y pies arrastrados...
Recién jubilado, seguía vivo. Vivo y dolorido. Perplejo por el diseño de mi destrucción, calculada con la perversidad de que el tiempo jugase conmigo a rematarme disparando yo el arma.
¡Pobres niños!... Una jueza había decidido que se quedaran con aquella madre y que yo siguiera pagando...
Y en la oquedad de mi maltrecho cerebro, resonando insistente, como letanía susurrada, la letra de una copla de amargura y desamores:
"...nunca sabrá un hombre lo que gana
cuando pierde a una mujer como tú... "
Yo sí supe cuánto gané tras haberlo perdido todo... Mis hijos... Por ellos no me apreté el gatillo.

1 comentario:

Mario dijo...

Carlos, muy buen texto y además me identifico con él. ME CONFIRMA LO QUE YA SABIA, como nos dijo ayer Víctor.

Esto bien podría ser parte de una novela: "Vida de un jubilado recién divorciado"