viernes, 21 de diciembre de 2007

Escuela de Vidas

Lo reconozco. Al principio de empezar el Curso tenía miedo. Miedo de escribir acerca de todo lo que se me pasa por la cabeza (maldito pudor mal enseñado), miedo a no ser comprendido, a ser anodinamente normal. Miedo a no estar a la altura de lo que sé a ciencia cierta que soy.

Pero ya no tengo miedo.

Es muy significativo todo lo que estamos compartiendo estos días y que para mí sin duda significa tanto. Reconocerme en otros no tiene precio. Escuchar cuando nos leemos, a veces frágiles, a veces con desaliento, a veces cabreados, casi siempre con la ilusión de quién prepara un regalo, es aprender sobre mí. Estamos haciendo este viaje juntos, aprendiendo que el poder de la palabra es lo que nos queda para modificar esa realidad que tenemos colgada en alguna rama de la infancia. Feliz o dolida infancia, pero colgados al fin y al cabo. Enganchados a los huecos de dentro, los que no se ven y que exploramos en ese edificio que es nuestra Escuela, de espejos hacia fuera que hacen rebotar lo externo, para sólo quedar nosotros y la palabra.

Ariel, joven Ariel, de grandes ojos y fuertes ímpetus, tenemos puestos en ti la fe de que las cosas pueden cambiar a mejor, eres nuestra prueba, eres lo que hemos sido, te cuidaremos las ganas no lo dudes.

Iván, incomprendido Iván, que llenas de héroes tus mundos lluviosos, para ser ellos, por una vez, y gritar que puedes conseguirlo. Puedes hacerlo (pero no lo mates).

Natalie, exigente Natalie, voz propia que suena ajena, tu mirada es universal, potente aunque te suene extraña. Tus imágenes nos sobrevuelan, nos asaltan y nos complacen, como mariposas a destiempo.

Elizabeth, no nos dejes sin tus flores Elizabeth, las de dentro y las de fuera.

Trini, siempre volando a otro lugar Trini, lejos de ti y de lo que te rodea reinventando la monotonía. Nos haces visitarte a escondidas, sin hacer ruido, a ese maravilloso mundo. Invítanos un día sin miedo y de frente.

Julieta, reservada Julieta, impregnando todo con la melancolía de los que nos sabemos incapaces de cambiar lo que nos rodea, tras tus muebles dialogados hay monstruos (buenos y malos) por aparecer, estamos impacientes por abrir la puerta contigo.

Nieves, profunda Nieves, profeta del ayer que nos lleva a otras épocas en sepia, cuándo todo era más fácil y más difícil a la vez. Eres tú, tu madre, tu abuela y todas las mujeres que habitan en ti y que se revelan contra lo que les toca vivir, contra la voz de mando masculina que suena añeja y deshonesta.

Gabriel, sencillo Gabriel, nos cuentas el antes y el después, describiendo las emociones que hay en las cosas pequeñas, aparentemente insignificantes, maestro del dicho sin decir.

Ángeles, prudente e incisiva Ángeles, diseccionas tus historias salpicadas con retazos de tu emoción compartida por todos, sabes que tienes lo que hay que tener, cuéntanos cuentos que nos embelesen el frío por favor.

Pablo, inconmensurable Pablo, preñado de imágenes que algún día soñaremos, siempre un paso por delante, cambiando venas rojas por ríos torrenciales, y las farolas por lunas tormentosas.

Antonia, honesta y tan frágilmente dura. Responsable Antonia de tantos sueños, madre en la tierra, y madre postiza de nuestras ilusiones, que acaricias con cuidado y firmeza para no rompernos el ego. Guardiana entre el centeno de lo que nunca hemos dicho ni diremos.

Gracias a todos por cavar tumbas a mi lado y tornarlas en cumbres.
Por dejar inventarme mi vida con las vuestras.

2 comentarios:

Natalie dijo...

Roy,
muchas gracias por este regalo - sea navideño o no, los regalos no tienen tiempo - y sí, el curso y el grupo compuesto por azar (o no?!) forma parte importante de las semanas.

Gracias a todos por la interaccion animante ayer en La Folie...
a leer al Conrad, entonces!

Natalie.

Roy dijo...

Fue estupendo lo de la Folie...tenemos que ponernos una fecha para leer "el corazón de las tinieblas" que por cierto tiene una edición nueva con ilustrada por el pintor cartagenero Ángel Mateo Charris.

Saluditos.